Marcaban las siete de la mañana en el reloj cuando terminó de atarse las botas. Se cargó la mochila a la espalda y salió a la calle con el día recién estrenado. Los pasos eran firmes, como las ganas de caminar.
Al cabo de unas horas el sol cambió de luz a fuego en el despejado cielo y tuvo que aminorar la marcha. Avanzó algún kilómetro más antes de detenerse a descansar. Comió, bebió y refrescó los pies, recalentados del pedregoso suelo.
Fue al volver a ponerse en camino cuando le pareció reconocer entre el barro su propia huella, pero pensó que valiente tontería era pensar aquello, así que continuó avanzando. No había trascurrido mucho tiempo cuando una roca con una gran grieta central volvió a llamar su atención. Estaba ocurriendo eso de verdad? Esa piedra ya la había visto antes, aunque quizá no es tan raro encontrar dos piedras similares en el campo. La sospecha se transformó en preocupación cuando una rama gigante apareció en el camino. La reconoció por el corazón que tenía marcado en la corteza. Estaba volviendo sobre sus pasos!!!
Casi no fue consciente de que estaba corriendo hasta que los pantalones se engancharon entre la maleza y un arañazo en la frente le arrojó a la realidad nuevamente. El cansancio era fuerte y el miedo lo era más. Perderse no entraba en sus planes y, para complicar más las cosas, empezaba a oscurecer.
No quería rendirse, así que continuó caminando hasta que ya no fue posible ver el suelo, en parte por el agotamiento y en parte por la oscuridad y, entonces, se dejó caer impotente.
Tal vez pasaron horas, o tal vez sólo minutos, era difícil saberlo. En ese momento, una voz le habló:
- Qué haces ahí, en el suelo?
Quizá sólo estuviera soñando, pero desde luego, cualquier parecido a un ser humano podía ser interpretado como un milagro en medio de esa negra espesura.
- Me he perdido y no sé por dónde continuar.
- Y ¿cómo es que te has perdido?
- He empezado a volver sobre mis pasos y, al asustarme, me he salido del camino.
- Es difícil salirse del camino, hay indicadores y a lo lejos se divisa el pueblo. ¿No lo has visto?
- No.
En ese instante una vergüenza pesada y envolvente se desplomó sobre su cuerpo.
- Dime una cosa- volvió a intervenir la voz- ¿qué veías mientras caminabas?
- Creo recordad que el suelo, los charcos, las hierbas y…mis pies.
Durante unos segundos sólo se oyó el susurro del viento entre las hojas de los árboles, interrumpido nuevamente por la voz.
- Sabes que hay tres maneras de caminar? Una mirando tus pies, otra mirando tus huellas y la tercera mirando todo lo que se abre ante tus ojos. Pero hay una única manera de llegar lejos: teniendo siempre a la vista tu horizonte.
Por eso es tan importante saber hacia dónde te diriges y tener claro cuál es tu próximo destino porque, si no, corres el riesgo del protagonista de mi cuento, agotar tus fuerzas caminado en falso.
Si quieres llegar lejos:
1. Márcate un horizonte (visualiza)
2. Divide el itinerario en etapas (secuencia)
3. Lleva todo lo que necesites para el camino (aprovisiónate)
4. Dosifica tus fuerzas (optimiza)
5. No camines en vano (valora)
6. Calcula el tiempo de cada jornada, que no te sorprenda la noche (temporiza)
Buen viaje!!!
Hoy voy a hablarte de músculos. No es que haya decidido dedicarme al estudio de la anatomía, ni que vaya a emprender la operación bikini mediante abdominales y sentadillas. Lo que ocurre es que me he puesto a pensar sobre motivación, acciones y resultados y he llegado a la conclusión de que tenemos más parecido a un músculo de lo que creemos.
Para que puedas sincronizarte con mi pensamiento voy a empezar por una sencilla descripción.
Músculo: tejido blando que genera movimiento al contraerse o relajarse. Unido al esqueleto mediante tendones. Los músculos son los responsables de la ejecución del movimiento, transformando la energía química en energía mecánica. Se trata del órgano con mayor adaptabilidad, se modifica más que ningún otro. Con el desuso se atrofia (disminuye su tamaño, su fuerza…) y para volver a recuperarlo es necesario el entrenamiento. De los músculos también depende la fuerza. El músculo es estimulado por el sistema nervioso.
Y ahora querrás saber en qué te pareces tú a un músculo.
El sistema nervioso es para ti tus deseos, tus sueños, tus motivaciones, eso que te estimula.
El músculo eres tú con tus acciones, con todo lo que haces u omites, traduciendo esa energía que procede de la visualización de tus metas, en trabajo concreto enfocado en una dirección, en energía mecánica que hace que hoy estés dónde no estabas ayer y transformando esos planes en resultados.
Tus metas son ese sistema nervioso que estimula. Tus acciones son el músculo que genera el movimiento. Y los resultados son la diferencia de ubicación de tu esqueleto.
Ahora párate a pensar por un momento:
¿Son tus metas los suficientemente estimulantes como para provocar tus acciones?
¿Tienen tus acciones el suficiente tamaño y fuerza como para alcanzar el resultado que necesitas?
Si tienes claro tu sueño y conoces la magnitud y la dirección de los pasos que has de dar hacia él, hay una buena noticia para ti:
No importa si tu músculo está atrofiado o no, porque una buena rutina de entrenamiento conseguirá dotarlo del protagonismo que ha de tener en el movimiento hacia tu éxito. Por eso es importante que consideres cualquier acción que emprendas en términos de entrenamiento, aún si el resultado no es el esperado.
Entrénate en acciones y muévete en resultados!!