No sé si eres de ese tipo de personas que tienen un sueño en la vida o eres de las que sólo tienen un deseo. Tal vez ni siquiera te hayas planteado la diferencia entre ambos.
Para empezar, te diré que el deseo es algo que se nos dibuja lejano, inalcanzable. Es algo que nos gustaría tener en el hipotético caso de que se dieran las circunstancias favorables que lo hicieran posible. Mientras que un sueño es algo presente continua y constantemente en nuestra vida, en nuestros días y en nuestras noches. Es eso por lo que nos levantamos cada mañana, en lo que ponemos toda nuestra intención y nuestro esfuerzo, eso por lo que luchamos y que sabemos que un día lograremos. El deseo está condicionado a la suerte, mientras que un sueño está sujeto a tu auto creencia.
Si llegados a este punto, crees que eres una persona con un deseo o varios no pierdas el tiempo en esta lectura, ya que nada de lo siguiente podrá ayudarte a alcanzarlo. Si, por el contrario, eres de l@s que tienen un sueño, te invito no sólo a que leas, sino a que pongas en práctica estas sugerencias y te conviertas en el tercer tipo de personas: las que convierten el sueño en realidad.
Nadie tiene una receta mágica para el éxito, cada uno ha de crear la suya propia, pero sí existen unos ingredientes que nunca pueden faltar en la receta:
El primero es la confianza en ti mism@. Antes de dar el primer paso has de creer en tu capacidad, conocer tu valía. ¿Cuáles son tus dones? ¿Qué es eso que te resulta siempre fácil y que sabes hacer mejor que nadie? ¿Qué es todo eso que pagarías por hacer?¿Qué cualidades destacan los demás en ti? Ponlas por escrito y dales una puntuación del 1 al 10 a cada una de ellas. Ahora escribe en otro papel las cualidades que crees necesarias para alcanzar tu sueño y puntúa lo cerca que estás de poseerlas. Suma ambas puntuaciones y ya tienes tu valor en relación a tu sueño. ¿Confiarías para alcanzar tu sueño en alguien con esa valoración? Entonces, empieza a confiar más en ti.
El segundo ingrediente es la determinación. Pero no una determinación de “sí, estoy determinad@ a hacerlo”, con la boca pequeña y las dudas en el bolsillo, sino una determinación objetiva, real. Así que coge otro papel y anota lo que estás dispuest@ a soportar y lo que no, a lo que estás dispuest@ a renunciar y a lo que no, el tiempo que vas a dedicar y el dinero que vas invertir. Ahora ya sabes qué grado de determinación tienes y en qué se concreta.
El tercer ingrediente está íntimamente relacionado con el segundo, es el primer paso, ese que asusta tanto. Si tienes en el horizonte clara tu meta, con todo lo que puedes conseguir, con todo lo bueno que está por llegar, y sabes que esta primera acción te acercará un poco más a tu sueño, no será difícil. Lo que no hay que subestimar es la importancia de este primer paso. Ha de ser lo suficientemente significativo para ti como para marcar una divisoria entre el antes y el después. Ha de ser constructivo y hacia adelante, no valen los “proyectos de los proyectos de los proyectos”. Ha de ser algo que salga de ti, que te nazca de dentro, que lo hagas porque lo quieras y lo sientas así. Ha de ser lo suficientemente retador como para suponer una nueva experiencia en el conocimiento de ti mism@. Y lo relativamente fácil como para poder llevarlo a la práctica aún entrañando riesgos.
El cuarto y último ingrediente es la perseverancia, entendiendo por ésta el mantenimiento de los conjuntos de acciones que te hayas marcado como necesarios para alcanzar tu meta. Quizá sea la parte más difícil para much@s, ya que tu subconsciente siempre va a llevarte por los caminos conocidos y seguros que hasta ahora te han alejado de tu sueño. Así que créate una rutina diaria, aléjate de ambientes tóxicos, únete a personas positivas, auto motívate con mensajes y lecturas inspiradores, no dejes de visualizar tu meta cada mañana, lleva contigo un objeto que te recuerde que el triunfo está cerca y prémiate cada vez que consigas un pequeño logro que te aproxime al destino.
Ahora ya, mezclar todos estos ingredientes y añadir otros a tu propia receta es tarea tuya. Yo espero haber contribuido, de alguna manera, a transformar tu deseo en sueño y en un futuro próximo, tu sueño en realidad.
MOTIVALORACIÓN PARA EL CAMBIO
miércoles, 10 de agosto de 2016
domingo, 31 de julio de 2016
Que no te vendan sueños
Llevamos muchos años oyendo hablar de los efectos del estrés en la vida de las personas y de sus causas, que son muchas y conocidas: motivos laborales, ambientales, relaciones personales, actitud negativa o perfeccionista ante los acontecimientos, una pérdida o cambios sustanciales en la vida…
Sin ser una experta en el tema, me atrevería a apuntar a un nuevo fenómeno social que causa grandes niveles de estrés en las personas: los vendedores de sueños.
Creo que es importante que sepas de su existencia y estés prevenido/a. Generalmente actúan disfrazados/as de personas exitosas y felices, aprovechan cualquier conversación para soltar su discurso y se sienten especialmente atraídos/as por las personas más vulnerables. Las puedes encontrar en las redes sociales, en You Tube o en cualquier evento que haya en tu ciudad donde se concentre un cierto número de seres humanos predispuestos a escuchar su canto de sirenas.
Llegados a este punto, no quiero que confundas mi mensaje. No trato de lanzar una bomba incendiaria contra todos aquellos que trabajan por animar a los demás a alcanzar sus metas, sea de una manera profesional o altruista, ni de hacer un alegato en contra de la ilusión, del esfuerzo o de la importancia de soñar y mantener vivos los sueños.
Lo que intento es abrir una brecha entre lo que es una llamada a luchar por aquello que te apasiona y te hace saltar del sofá o la cama cada día, a pesar de los baches del camino, y lo que es un engaño de personas que quieren construir sus sueños a base de manipulación y arenga motivacional.
Las consecuencias de una u otro están claras.
Luchar por aquello que arde dentro te hace feliz, te enriquece, te fortalece, te ilusiona y hace que te brillen los ojos y que te sientas en comunión con el universo.
Luchar por los sueños de otros te estresa, te hace infeliz, te empequeñece, te hace sentir un nudo en el estómago y una presión en el corazón, te lleva a un precipicio de dudas y de competición contra los demás y contra ti mismo/a.
Me gustaría poder darte la clave para distinguir unos de otros, pero eso es algo que sólo puedes reconocer tú, yo sólo puedo darte algunas pistas:
- La primera es conocerte a ti mismo/a. Quién eres tú. Qué cualidades tienes. Qué te hace un ejemplar humano único. Lo que te gusta escuchar, ver, sentir, hacer, decir. Lo que te hace vibrar. De qué tipo de personas quieres rodearte. Tu manera de ser feliz.
- La segunda es conocer tus valores, esos que están presentes a lo largo de tu vida, tus pilares, tus principios y los que quieres encontrar en los demás. Lo que te hace feliz.
- La tercera es preguntarte qué tipo de vida te dibujarías si pudieras diseñarla ahora mismo. Lo que necesitas para ser feliz.
- La cuarta es atrever a cuestionarte si hoy y ahora, haciendo lo que haces, eres feliz.
Y a partir de aquí date permiso para fallar, para caer y volver a levantarte, para ser pequeño/a e ir poco a poco, para no ser el/la mejor, para sentirte satisfecho/a por cada pequeño avance por insignificante que parezca, para sentirte desanimado/a a veces, para estar triste o eufórico/a, para decidir cuándo sí y cuándo no, con quién sí y con quién no.
Pero, por favor, no malgastes tu inteligencia, tu valor y tu vida comprando los sueños que te quieran vender. Invierte tu fuerza, tu tiempo y tus dones en construir los tuyos.
miércoles, 25 de mayo de 2016
TU CENTRO DE PLANCHADO
Ayer, cuando el cesto de la ropa limpia amenazaba con reventar, dejé a un lado el cansancio del día y cogí la plancha. Nunca me ha molestado planchar, aunque últimamente es una de las tareas que más pospongo. Sin embargo, a partir de ahora, creo que lo haré más a menudo porque se convirtió en un momento realmente inspirador.
Estaba planchando una camiseta tan arrugada que se hacía difícil dar una pasada sin correr el riesgo de provocar otra arruga más. No sé si te ha pasado alguna vez, a mí muchas. Por un momento, estuve a punto de abandonar, devolver la camiseta al cesto y dejarla para otra ocasión en la que yo no estuviera tan cansada. Pero, justo entonces, una pregunta poderosa irrumpió con fuerza en mi cabeza:
¿Cuántas veces abandonas en la vida en espera de un momento mejor?
Y una vez abierta la puerta, se colaron unas cuantas más:
¿Cuántas veces esperas a no estar tan cansada, tan ocupada, tan frustrada, tan insegura…?
¿Cuántas veces dejas que las dificultades decidan por ti?
¿Cuántas prendas arrugadas hay en tu trabajo, en tus relaciones, en tus pensamientos, en tus sueños…?
¿Las vas a devolver al cesto o vas a decidir plancharlas hoy, por fin?
Ni que decir tiene que apoyé la plancha, estiré la camiseta con mis manos todo lo bien que supe y fui pasando la plancha por toda la superficie con sumo cuidado hasta que no quedó ni la más mínima arruga. Ya no veía una camiseta arrugada, sino proyectos, ilusiones, personas, pensamientos… ¡Me sentí victoriosa!
Continué planchando mientras pensaba que las personas no somos como una plancha, sino como un centro de planchado profesional. Tenemos todos los recursos necesarios para eliminar hasta la más difícil de las arrugas. No hay prenda que se te resista. No es cuestión de capacidad, sino de persistencia
Y ahora, enciende tu plancha, busca en tu cesto de ropa limpia, coge la prenda más arrugada, mírala bien.
¿Crees que puedes hacerlo?
¿Cuánto tiempo estás dispuesta/o a dedicarle?
¿Cuánta dosis de paciencia vas a poner en ello?
¡A por ello!
domingo, 1 de mayo de 2016
El haba del roscón
Podría comenzar este artículo de nuestro blog (tuyo y mío) de una mejor manera, pero como no aspiro a convertirme en el próximo premio Cervantes, ni quiero desviar tu atención de la idea principal de hoy, voy a ir directamente al meollo.

Estas navidades, mi hija se pidió un pequeño invernadero como regalo de Reyes, por lo que empezamos a plantar algunas semillas diferentes que se incluían en el juego. Al llegar el día de Reyes, se nos ocurrió hacer lo mismo con el haba del roscón, sin ninguna confianza en que aquello fuera a prosperar. Cuál ha sido nuestra sorpresa al comprobar que el haba, no sólo germinó, sino que ha crecido tanto que casi llega al techo. De ella han brotado dos ramas, tres yemas que ya anuncian otras más y unas cuantas flores. Ahora tenemos una pequeña “huerta murciana” en casa, en la que el haba del roscón, es la protagonista indiscutible. Quién lo iba a decir cuando una mano repostera la enterró entre un montón de crema. Está claro que no siempre el destino marcado, es el destino final.
Y después de esta pequeña historia real, te invito a que por un momento veas tu vida, tu proyecto, tu sueño, como una pequeña semilla:
¿Qué tipo de planta quieres tener? ¿Un árbol gigante con hermosos frutos? ¿Un rosal con flores y espinas? ¿Una delicada orquídea? ¿Una espiga de trigo?
¿Para qué has plantado esta semilla?¿Para qué quieres ese tipo de planta?
¿Cuánto tiempo, esfuerzo, estás dispuesto/a a dar para que tu semilla se convierta en la planta que sueñas?
¿En qué tipo de sustrato está plantada tu semilla? ¿Tiene la tierra suficiente? ¿Es buena tierra o necesitas abonarla? ¿Cuál es el abono más apropiado para tu semilla?
¿En qué ambiente esperas que crezca esta semilla? ¿Cuál es la luz con la que cuenta? ¿Cómo puedes darle más luz?
¿De qué manera y con qué frecuencia vas a regar esa semilla?
¿Quién puede seguir regando tu planta cuando te vayas de vacaciones?
¿En qué fase de crecimiento se encuentra tu planta? ¿Ha surgido ya el tallo? ¿Han brotado las flores? ¿Han llegado los frutos? ¿Qué puedes hacer tú para que alcance la siguiente fase?
A medida que vaya creciendo hacia la luz necesitará algo que sujete el tallo ¿qué vas a utilizar para ello? ¿Cómo la vas a dotar de consistencia?
¿Cómo recogerás los frutos cuando crezca y te supere en altura?
¿De qué tipo de enfermedades o animales dañinos tendrás que protegerla? ¿Cómo lo vas a hacer?
Yo nunca pensé en plantar un haba, pero el roscón la trajo hasta nosotros y la curiosidad hizo el resto. Lo importante no es lo que ves, sino lo que puedes llegar a ver.

Estas navidades, mi hija se pidió un pequeño invernadero como regalo de Reyes, por lo que empezamos a plantar algunas semillas diferentes que se incluían en el juego. Al llegar el día de Reyes, se nos ocurrió hacer lo mismo con el haba del roscón, sin ninguna confianza en que aquello fuera a prosperar. Cuál ha sido nuestra sorpresa al comprobar que el haba, no sólo germinó, sino que ha crecido tanto que casi llega al techo. De ella han brotado dos ramas, tres yemas que ya anuncian otras más y unas cuantas flores. Ahora tenemos una pequeña “huerta murciana” en casa, en la que el haba del roscón, es la protagonista indiscutible. Quién lo iba a decir cuando una mano repostera la enterró entre un montón de crema. Está claro que no siempre el destino marcado, es el destino final.
Y después de esta pequeña historia real, te invito a que por un momento veas tu vida, tu proyecto, tu sueño, como una pequeña semilla:
¿Qué tipo de planta quieres tener? ¿Un árbol gigante con hermosos frutos? ¿Un rosal con flores y espinas? ¿Una delicada orquídea? ¿Una espiga de trigo?
¿Para qué has plantado esta semilla?¿Para qué quieres ese tipo de planta?
¿Cuánto tiempo, esfuerzo, estás dispuesto/a a dar para que tu semilla se convierta en la planta que sueñas?
¿En qué tipo de sustrato está plantada tu semilla? ¿Tiene la tierra suficiente? ¿Es buena tierra o necesitas abonarla? ¿Cuál es el abono más apropiado para tu semilla?
¿En qué ambiente esperas que crezca esta semilla? ¿Cuál es la luz con la que cuenta? ¿Cómo puedes darle más luz?
¿De qué manera y con qué frecuencia vas a regar esa semilla?
¿Quién puede seguir regando tu planta cuando te vayas de vacaciones?
¿En qué fase de crecimiento se encuentra tu planta? ¿Ha surgido ya el tallo? ¿Han brotado las flores? ¿Han llegado los frutos? ¿Qué puedes hacer tú para que alcance la siguiente fase?
A medida que vaya creciendo hacia la luz necesitará algo que sujete el tallo ¿qué vas a utilizar para ello? ¿Cómo la vas a dotar de consistencia?
¿Cómo recogerás los frutos cuando crezca y te supere en altura?
¿De qué tipo de enfermedades o animales dañinos tendrás que protegerla? ¿Cómo lo vas a hacer?
Yo nunca pensé en plantar un haba, pero el roscón la trajo hasta nosotros y la curiosidad hizo el resto. Lo importante no es lo que ves, sino lo que puedes llegar a ver.
domingo, 17 de abril de 2016
Las tres maneras de caminar
Marcaban las siete de la mañana en el reloj cuando terminó de atarse las botas. Se cargó la mochila a la espalda y salió a la calle con el día recién estrenado. Los pasos eran firmes, como las ganas de caminar.
Al cabo de unas horas el sol cambió de luz a fuego en el despejado cielo y tuvo que aminorar la marcha. Avanzó algún kilómetro más antes de detenerse a descansar. Comió, bebió y refrescó los pies, recalentados del pedregoso suelo.
Fue al volver a ponerse en camino cuando le pareció reconocer entre el barro su propia huella, pero pensó que valiente tontería era pensar aquello, así que continuó avanzando. No había trascurrido mucho tiempo cuando una roca con una gran grieta central volvió a llamar su atención. Estaba ocurriendo eso de verdad? Esa piedra ya la había visto antes, aunque quizá no es tan raro encontrar dos piedras similares en el campo. La sospecha se transformó en preocupación cuando una rama gigante apareció en el camino. La reconoció por el corazón que tenía marcado en la corteza. Estaba volviendo sobre sus pasos!!!
Casi no fue consciente de que estaba corriendo hasta que los pantalones se engancharon entre la maleza y un arañazo en la frente le arrojó a la realidad nuevamente. El cansancio era fuerte y el miedo lo era más. Perderse no entraba en sus planes y, para complicar más las cosas, empezaba a oscurecer.
No quería rendirse, así que continuó caminando hasta que ya no fue posible ver el suelo, en parte por el agotamiento y en parte por la oscuridad y, entonces, se dejó caer impotente.
Tal vez pasaron horas, o tal vez sólo minutos, era difícil saberlo. En ese momento, una voz le habló:
- Qué haces ahí, en el suelo?
Quizá sólo estuviera soñando, pero desde luego, cualquier parecido a un ser humano podía ser interpretado como un milagro en medio de esa negra espesura.
- Me he perdido y no sé por dónde continuar.
- Y ¿cómo es que te has perdido?
- He empezado a volver sobre mis pasos y, al asustarme, me he salido del camino.
- Es difícil salirse del camino, hay indicadores y a lo lejos se divisa el pueblo. ¿No lo has visto?
- No.
En ese instante una vergüenza pesada y envolvente se desplomó sobre su cuerpo.
- Dime una cosa- volvió a intervenir la voz- ¿qué veías mientras caminabas?
- Creo recordad que el suelo, los charcos, las hierbas y…mis pies.
Durante unos segundos sólo se oyó el susurro del viento entre las hojas de los árboles, interrumpido nuevamente por la voz.
- Sabes que hay tres maneras de caminar? Una mirando tus pies, otra mirando tus huellas y la tercera mirando todo lo que se abre ante tus ojos. Pero hay una única manera de llegar lejos: teniendo siempre a la vista tu horizonte.
Por eso es tan importante saber hacia dónde te diriges y tener claro cuál es tu próximo destino porque, si no, corres el riesgo del protagonista de mi cuento, agotar tus fuerzas caminado en falso.
Si quieres llegar lejos:
1. Márcate un horizonte (visualiza)
2. Divide el itinerario en etapas (secuencia)
3. Lleva todo lo que necesites para el camino (aprovisiónate)
4. Dosifica tus fuerzas (optimiza)
5. No camines en vano (valora)
6. Calcula el tiempo de cada jornada, que no te sorprenda la noche (temporiza)
Buen viaje!!!
Al cabo de unas horas el sol cambió de luz a fuego en el despejado cielo y tuvo que aminorar la marcha. Avanzó algún kilómetro más antes de detenerse a descansar. Comió, bebió y refrescó los pies, recalentados del pedregoso suelo.
Fue al volver a ponerse en camino cuando le pareció reconocer entre el barro su propia huella, pero pensó que valiente tontería era pensar aquello, así que continuó avanzando. No había trascurrido mucho tiempo cuando una roca con una gran grieta central volvió a llamar su atención. Estaba ocurriendo eso de verdad? Esa piedra ya la había visto antes, aunque quizá no es tan raro encontrar dos piedras similares en el campo. La sospecha se transformó en preocupación cuando una rama gigante apareció en el camino. La reconoció por el corazón que tenía marcado en la corteza. Estaba volviendo sobre sus pasos!!!
Casi no fue consciente de que estaba corriendo hasta que los pantalones se engancharon entre la maleza y un arañazo en la frente le arrojó a la realidad nuevamente. El cansancio era fuerte y el miedo lo era más. Perderse no entraba en sus planes y, para complicar más las cosas, empezaba a oscurecer.
No quería rendirse, así que continuó caminando hasta que ya no fue posible ver el suelo, en parte por el agotamiento y en parte por la oscuridad y, entonces, se dejó caer impotente.
Tal vez pasaron horas, o tal vez sólo minutos, era difícil saberlo. En ese momento, una voz le habló:
- Qué haces ahí, en el suelo?
Quizá sólo estuviera soñando, pero desde luego, cualquier parecido a un ser humano podía ser interpretado como un milagro en medio de esa negra espesura.
- Me he perdido y no sé por dónde continuar.
- Y ¿cómo es que te has perdido?
- He empezado a volver sobre mis pasos y, al asustarme, me he salido del camino.
- Es difícil salirse del camino, hay indicadores y a lo lejos se divisa el pueblo. ¿No lo has visto?
- No.
En ese instante una vergüenza pesada y envolvente se desplomó sobre su cuerpo.
- Dime una cosa- volvió a intervenir la voz- ¿qué veías mientras caminabas?
- Creo recordad que el suelo, los charcos, las hierbas y…mis pies.
Durante unos segundos sólo se oyó el susurro del viento entre las hojas de los árboles, interrumpido nuevamente por la voz.
Si quieres llegar lejos:
1. Márcate un horizonte (visualiza)
2. Divide el itinerario en etapas (secuencia)
3. Lleva todo lo que necesites para el camino (aprovisiónate)
4. Dosifica tus fuerzas (optimiza)
5. No camines en vano (valora)
6. Calcula el tiempo de cada jornada, que no te sorprenda la noche (temporiza)
Buen viaje!!!
domingo, 3 de abril de 2016
Un músculo para tus sueños
Hoy voy a hablarte de músculos. No es que haya decidido dedicarme al estudio de la anatomía, ni que vaya a emprender la operación bikini mediante abdominales y sentadillas. Lo que ocurre es que me he puesto a pensar sobre motivación, acciones y resultados y he llegado a la conclusión de que tenemos más parecido a un músculo de lo que creemos.
Para que puedas sincronizarte con mi pensamiento voy a empezar por una sencilla descripción.
Músculo: tejido blando que genera movimiento al contraerse o relajarse. Unido al esqueleto mediante tendones. Los músculos son los responsables de la ejecución del movimiento, transformando la energía química en energía mecánica. Se trata del órgano con mayor adaptabilidad, se modifica más que ningún otro. Con el desuso se atrofia (disminuye su tamaño, su fuerza…) y para volver a recuperarlo es necesario el entrenamiento. De los músculos también depende la fuerza. El músculo es estimulado por el sistema nervioso.
Y ahora querrás saber en qué te pareces tú a un músculo.
El sistema nervioso es para ti tus deseos, tus sueños, tus motivaciones, eso que te estimula.
El músculo eres tú con tus acciones, con todo lo que haces u omites, traduciendo esa energía que procede de la visualización de tus metas, en trabajo concreto enfocado en una dirección, en energía mecánica que hace que hoy estés dónde no estabas ayer y transformando esos planes en resultados.
Tus metas son ese sistema nervioso que estimula. Tus acciones son el músculo que genera el movimiento. Y los resultados son la diferencia de ubicación de tu esqueleto.
Ahora párate a pensar por un momento:
¿Son tus metas los suficientemente estimulantes como para provocar tus acciones?
¿Tienen tus acciones el suficiente tamaño y fuerza como para alcanzar el resultado que necesitas?
Si tienes claro tu sueño y conoces la magnitud y la dirección de los pasos que has de dar hacia él, hay una buena noticia para ti:
No importa si tu músculo está atrofiado o no, porque una buena rutina de entrenamiento conseguirá dotarlo del protagonismo que ha de tener en el movimiento hacia tu éxito. Por eso es importante que consideres cualquier acción que emprendas en términos de entrenamiento, aún si el resultado no es el esperado.
Entrénate en acciones y muévete en resultados!!
martes, 16 de febrero de 2016
Nunca tuve un diario
Seguro que a ti también te regalaron algún diario en tu infancia y te invitaron a que fueras escribiendo allí todo lo que te pasaba, los pensamientos que tenías sobre lo que te pasaba y hasta cómo te hacía sentir todo aquello.
Pero, ¿a qué nunca nadie te invitó a escribir un diario del mañana? Un diario en el que imaginar cómo sería el día siguiente, lo que harías, cómo te atreverías a pedir a ese grupo de gente que te admitieran como amigo o amiga, cómo harías para solucionar el lío en el que te habías metido al contar aquel secreto o cómo saldrías airoso o airosa del examen de esa asignatura que peor se te daba?
Yo nunca escribí un diario, sólo dejé que la vida me fuera llevando. Tal vez tú tampoco has tenido nunca un “diario del mañana”, pero aún estás a tiempo de tenerlo. Un diario en el que ir proyectando cada día, en el que ir enseñando el camino que quieres a tu mente, el itinerario que seguirá al día siguiente, lo que dirá, lo que pensará, lo que sentirá, incluso dónde pondrá su atención. Y todo porque tú quieres y decides que sea así.
No todo será como lo imagines, claro. Surgirán imprevistos, aspectos que no habrás tenido en cuenta, personas y reacciones con las que no contabas…
Pero también te aportará tres grandes ventajas: la primera es que tu mente sólo tendrá que improvisar sobre ese pequeño porcentaje que no estaba escrito, lo que te permitirá un gran control sobre ella. La segunda es que a la noche tendrás un nuevo tiempo para incorporar todo lo aprendido sobre tus emociones, pensamientos, actitudes y acciones al día de mañana. La tercera que vivirás mucho más planificado y enfocado en tus metas.
Sólo necesitas 4 cosas:
- Un cuaderno con muchas hojas y que te inspire.
- Un bolígrafo ligero y con buena tinta.
- Un lugar tranquilo, lleno de energía positiva, en el que poder conectar con lo que eres y con la creatividad que hay en tu interior.
- Un tiempo de 15 minutos a media hora reservado para ti y para tu mañana.
Y a partir de ese momento, cásate con tu diario, establece una alianza indestructible, se fiel a él, no faltes nunca a tu cita, comprométete de manera total. En estos temas la lealtad se gratifica.
Cada tarde, cada noche o cada madrugada, siéntate frente a tu diario y escribe detalladamente todo lo que quieres hacer al día siguiente, cómo te sentirás, los miedos que vencerás, las limitaciones que superarás, cuáles serán tus pensamientos. No olvides describir también lo que verás, olerás, oirás, a tu alrededor. Cómo reaccionarán los que están contigo. Tómate la libertad de imaginar el día que deseas, tal y como lo deseas, constrúyelo para ti, hora por hora, minuto por minuto. Es tu tiempo, es tu vida.
Tu cerebro sabrá lo que quieres y se aliará contigo y tú te llenarás de fuerza e ilusión, y tendrás el día planificado.
Y ahora, sal a buscar tu cuaderno y tu bolígrafo. El mañana está esperando que le traces tu itinerario.
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