miércoles, 25 de mayo de 2016

TU CENTRO DE PLANCHADO


Ayer, cuando el cesto de la ropa limpia amenazaba con reventar, dejé a un lado el cansancio del día y cogí la plancha. Nunca me ha molestado planchar, aunque últimamente es una de las tareas que más pospongo. Sin embargo, a partir de ahora, creo que lo haré más a menudo porque se convirtió en un momento realmente inspirador.

Estaba planchando una camiseta tan arrugada que se hacía difícil dar una pasada sin correr el riesgo de provocar otra arruga más. No sé si te ha pasado alguna vez, a mí muchas. Por un momento, estuve a punto de abandonar, devolver la camiseta al cesto y dejarla para otra ocasión en la que yo no estuviera tan cansada. Pero, justo entonces, una pregunta poderosa irrumpió con fuerza en mi cabeza:

¿Cuántas veces abandonas en la vida en espera de un momento mejor? 

Y una vez abierta la puerta, se colaron unas cuantas más:

¿Cuántas veces esperas a no estar tan cansada, tan ocupada, tan frustrada, tan insegura…?

 ¿Cuántas veces dejas que las dificultades decidan por ti?

¿Cuántas prendas arrugadas hay en tu trabajo, en tus relaciones, en tus pensamientos, en tus sueños…?

¿Las vas a devolver al cesto o vas a decidir plancharlas hoy, por fin?

Ni que decir tiene que apoyé la plancha, estiré la camiseta con mis manos todo lo bien que supe y fui pasando la plancha por toda la superficie con sumo cuidado hasta que no quedó ni la más mínima arruga. Ya no veía una camiseta arrugada, sino proyectos, ilusiones, personas, pensamientos… ¡Me sentí victoriosa!

Continué planchando mientras pensaba que las personas no somos como una plancha, sino como un centro de planchado profesional. Tenemos todos los recursos necesarios para eliminar hasta la más difícil de las arrugas. No hay prenda que se te resista. No es cuestión de capacidad, sino de persistencia

Y ahora, enciende tu plancha,  busca en tu cesto de ropa limpia, coge la prenda más arrugada, mírala bien.

¿Crees que puedes hacerlo?

¿Cuánto tiempo estás dispuesta/o a dedicarle?

¿Cuánta dosis de paciencia vas a poner en ello?


¡A por ello!





domingo, 1 de mayo de 2016

El haba del roscón


Podría comenzar este artículo de nuestro blog (tuyo y mío) de una mejor manera, pero como no aspiro a convertirme en el próximo premio Cervantes, ni quiero desviar tu atención de la idea principal de hoy, voy a ir directamente al meollo.

Estas navidades, mi hija se pidió un pequeño invernadero como regalo de Reyes, por lo que empezamos a plantar algunas semillas diferentes que se incluían en el juego. Al llegar el día de Reyes, se nos ocurrió hacer lo mismo con el haba del roscón, sin ninguna confianza en que aquello fuera a prosperar. Cuál ha sido nuestra sorpresa al comprobar que el haba, no sólo germinó, sino que ha crecido tanto que casi llega al techo. De ella han brotado dos ramas, tres yemas que ya anuncian otras más y unas cuantas flores. Ahora tenemos una pequeña “huerta murciana” en casa, en la que el haba del roscón, es la protagonista indiscutible. Quién lo iba a decir cuando una mano repostera la enterró entre un montón de crema. Está claro que no siempre el destino marcado, es el destino final.


Y después de esta pequeña historia real, te invito a que por un momento veas tu vida, tu proyecto, tu sueño, como una pequeña semilla:

¿Qué tipo de planta quieres tener? ¿Un árbol gigante con hermosos frutos? ¿Un rosal con flores y espinas? ¿Una delicada orquídea? ¿Una espiga de trigo?

¿Para qué has plantado esta semilla?¿Para qué quieres ese tipo de planta?

¿Cuánto tiempo, esfuerzo, estás dispuesto/a a dar para que tu semilla se convierta en la planta que sueñas?

¿En qué tipo de sustrato está plantada tu semilla? ¿Tiene la tierra suficiente? ¿Es buena tierra o necesitas abonarla? ¿Cuál es el abono más apropiado para tu semilla?

¿En qué ambiente esperas que crezca esta semilla? ¿Cuál es la luz con la que cuenta? ¿Cómo puedes darle más luz?

¿De qué manera y con qué frecuencia vas a regar esa semilla?

¿Quién puede seguir regando tu planta cuando te vayas de vacaciones?

¿En qué fase de crecimiento se encuentra tu planta? ¿Ha surgido ya el tallo? ¿Han brotado las flores? ¿Han llegado los frutos? ¿Qué puedes hacer tú para que alcance la siguiente fase?

A medida que vaya creciendo hacia la luz necesitará algo que sujete el tallo ¿qué vas a utilizar para ello? ¿Cómo la vas a dotar de consistencia?

¿Cómo recogerás los frutos cuando crezca y te supere en altura?

¿De qué tipo de enfermedades o animales dañinos tendrás que protegerla? ¿Cómo lo vas a hacer?

Yo nunca pensé en plantar un haba, pero el roscón la trajo hasta nosotros y la curiosidad hizo el resto. Lo importante no es lo que ves, sino lo que puedes llegar a ver.