martes, 16 de febrero de 2016

Nunca tuve un diario


O tal vez tuve varios, pero nunca escribí ninguno.

Seguro que a ti también te regalaron algún diario en tu infancia y te invitaron a que fueras escribiendo allí todo lo que te pasaba, los pensamientos que tenías sobre lo que te pasaba y hasta cómo te hacía sentir todo aquello.

Pero, ¿a qué nunca nadie te invitó a escribir un diario del mañana? Un diario en el que imaginar cómo sería el día siguiente, lo que harías, cómo te atreverías a pedir a ese grupo de gente que te admitieran como amigo o amiga, cómo harías para solucionar el lío en el que te habías metido al contar aquel secreto o cómo saldrías airoso o airosa del examen de esa asignatura que peor se te daba?

Yo nunca escribí un diario, sólo dejé que la vida me fuera llevando. Tal vez tú tampoco has tenido nunca un “diario del mañana”, pero aún estás a tiempo de tenerlo. Un diario en el que ir proyectando cada día, en el que ir enseñando el camino que quieres a tu mente, el itinerario que seguirá al día siguiente, lo que dirá, lo que pensará, lo que sentirá, incluso dónde pondrá su atención. Y todo porque tú quieres y decides que sea así.

No todo será como lo imagines, claro. Surgirán imprevistos, aspectos que no habrás tenido en cuenta, personas y reacciones con las que no contabas…

Pero también te aportará tres grandes ventajas: la primera es que tu mente sólo tendrá que improvisar sobre ese pequeño porcentaje que no estaba escrito, lo que te permitirá un gran control sobre ella. La segunda es que a la noche tendrás un nuevo tiempo para incorporar todo lo aprendido sobre tus emociones, pensamientos, actitudes y acciones al día de mañana. La tercera que vivirás mucho más planificado y enfocado en tus metas.

Sólo necesitas 4 cosas:
- Un cuaderno con muchas hojas y que te inspire.
- Un bolígrafo ligero y con buena tinta.
- Un lugar tranquilo, lleno de energía positiva, en el que poder conectar con lo que eres y con la creatividad que hay en tu interior.
- Un tiempo de 15 minutos a media hora reservado para ti y para tu mañana.

Y a partir de ese momento, cásate con tu diario, establece una alianza indestructible, se fiel a él, no faltes nunca a tu cita, comprométete de manera total. En estos temas la lealtad se gratifica.

Cada tarde, cada noche o cada madrugada, siéntate frente a tu diario y escribe detalladamente todo lo que quieres hacer al día siguiente, cómo te sentirás, los miedos que vencerás, las limitaciones que superarás, cuáles serán tus pensamientos. No olvides describir también lo que verás, olerás, oirás, a tu alrededor. Cómo reaccionarán los que están contigo. Tómate la libertad de imaginar el día que deseas, tal y como lo deseas, constrúyelo para ti, hora por hora, minuto por minuto. Es tu tiempo, es tu vida.

Tu cerebro sabrá lo que quieres y se aliará contigo y tú te llenarás de fuerza e ilusión, y tendrás el día planificado.

Y ahora, sal a buscar tu cuaderno y tu bolígrafo. El mañana está esperando que le traces tu itinerario.


domingo, 7 de febrero de 2016

Crear espacios para tu abeja común

Hace unos días te hablaba de la importancia de crear espacios para que tu abeja común aprenda a diseñar sus propias estrategias de supervivencia fuera de la colmena. Imagino que te habrás planteado que la idea es buena y que también es fácil proponer algo así, pero...¿cómo establecer esos espacios?.

Aunque no estoy en posesión de una fórmula mágica para esto y creo que cada uno debe tener su manera, quiero ofrecerte seis pautas que, desde mi punto de vista, pueden ayudar a construir esos espacios:

1. Actitud:
Si pretendemos que nuestras abejas comunes estén preparadas para enfrentar la vida en todo momento, tendremos que instruirlas en el arte de ser personas positivas, de sentirse protagonistas de su propia película y saber que siempre van a tener la libertad de respuesta ante cualquier acontecimiento. No sólo debemos ofrecerles herramientas que sumen efectivos a su capacidad, como los conocimientos y habilidades, sino que tenemos la obligación de entrenarlos en la única herramienta que multiplica esos efectivos, la actitud. Eres su ejemplo, compórtate como tal.

2. Lenguaje:
No sólo nuestro pensamiento determina nuestro lenguaje, nuestro lenguaje también determina nuestros pensamientos. Revisa todas esas expresiones, refranes, adjetivos, verbos...que van a colocar a tu abeja común en una posición de victimismo, de fracaso, de impotencia, de debilidad o de conformismo. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, “tú no vales para esto”, “no puedes hacer eso”, “te has equivocado”. Destierra de tu lenguaje los “siempre”, los “nunca”, los “pero”, cámbialos por “a veces”, “todavía”, “aunque”. No es lo mismo decir “no lo has conseguido todavía, aunque lo has intentado” que “lo has intentado, pero no lo has conseguido”. Tal vez sea el momento de aprender todos juntos un nuevo lenguaje.

3. Problemas vs. Circunstancias:
Los obstáculos que se nos presentan en la vida, pueden ser interpretados como problemas o como circunstancias. Al considerarlos problemas nos enfocamos en lo negativo de la situación y entramos en una espiral de quejas y críticas que debilitan nuestra energía y nuestros recursos. Si los interpretamos como circunstancias que se pueden cambiar, nos enfocaremos en las posibles soluciones y ampliaremos nuestras expectativas, experimentando un crecimiento interior y una superación de nuestros propios límites. La lectura que tú hagas de los contratiempos será la que haga tu abeja común.

4. Observación:
En el camino no todo ha de ser caminar, hay momentos en los que la pausa es necesaria. A veces hay que pararse para descansar y reponer fuerzas. Otras hay que detenerse para revisar la ruta y ajustarla, si es necesario. Para ello es imprescindible una capacidad innata a todo ser humano: la capacidad de observar y observarnos. Hay que aprender a escuchar nuestras propias señales, las que vienen de dentro y también aprender de los aciertos y de los errores. Un error no es un fracaso, sólo es un intento del que podemos obtener información interesante y necesaria. Si enseñamos a nuestra abeja común a analizar cada paso dado y sus consecuencias, le estaremos ofreciendo el mejor de los regalos: la libertad responsable. Comparte con ella momentos de observación y análisis.

5. Espíritu de equipo:
Una abeja común no ha nacido para vivir sola, también necesita el enjambre, la colmena, para protegerse, para crecer y desarrollarse. Cada abeja común tiene mucho que aportar a la comunidad, es necesaria para fortalecerla y enriquecerla. Fomenta el espíritu de equipo en la familia, que sea consciente de su papel en la colmena, déjale que participe, que ejercite su rol, y déjale volar sabiendo que puede volver a la colmena en cualquier momento, que ahí tiene su refugio y su panal.

6. Liderazgo:
No olvides que tu abeja común necesita también una abeja reina que la lidere y mantenga unido al enjambre. Un verdadero líder, al igual que la abeja reina, facilita la vida del equipo y la hace posible, distingue las obreras de los zánganos, aunque a todos da el mismo alimento, confía en el papel de cada abeja, es respetada, no temida, y nunca delega su papel.

Como habrás visto, todo lo que puedes hacer para ayudar a tu abeja común, empieza por ti. Y es que ¿cómo puedes enseñar a construir si no has construido antes? Podría seguir enumerando pautas y más pautas, aunque siempre he pensado que es mejor poco y bien que mucho y mal.
Te deseo un gran vuelo hacia tu colmena.